Hace alrededor de 85 años el Sr. Pascual, después de haber hecho durante varios años el aprendizaje de Calafate, empezó a construir sus propias barcas. Su buen hacer, hizo que enseguida le conocieran varios pescadores, por lo que los pedidos se fueron sucediendo hasta que, antes de terminar la barca de un pescador ya tenia uno o dos más en lista de espera.
Sus barcas se llegaron a conocer a lo largo de toda la costa de Girona en muy poco tiempo, debido a la estabilidad de la barca, (ya que la construyó con una quilla central y dos quillotes a los lados, o escoas, dando la estabilidad que necesitaban los pescadores para faenar) así también logró que se distinguieran los puros Llauds Catalanes de los que se construían en otras zonas del Mediterráneo. Añadiendo unos acabados muy bien hechos, también consiguió que alguna persona de la burguesía, amantes del mar, le hicieran algún encargo, para pasear tranquilamente y disfrutar de nuestra maravillosa Costa Brava.
La gente que conocía un poco el mundo de los Llauds, pronto empezó a hablar de él, y Dalí verdadero amante del mar, fue a ver al Sr. Pascual, para que le hiciera una barca para él y su esposa a la que nombró GALA y que por cierto, después de varias restauraciones, sigue navegando por Cadaqués, paseando a turistas verano tras verano.
A partir de ahí, no se puede negar que también fue un buen trampolín para que la gente cada vez hablara más y más, y como vieron que el Sr. Dalí llegó a tener hasta tres barcas hechas por el Sr. Pascual, éste empezara a ser reconocido en éste mundo tan difícil.
Aún hoy día en Port Lligat frente a la casa de Dalí, siempre hay más de una docena de ellas, pero hechas ya del segundo periodo de fabricación es decir ya hechas en poliéster.
Su hijo Juan Pascual, tenía incluso más pasión por el mar y las barcas que su padre. A la salida del colegio, muchos días, cogía la merienda y le iba a hacer compañía , ya que algunas veces él le pedía una pequeña ayuda y él se sentía feliz ya que luego podía contar que ayudaba a su padre haciendo barcas.
Pero pasaron los años y su hijo Juan creció, y tenía visión emprendedora, y cuando ya trabajaba con su padre, le hizo ver que el mercado necesitaba un producto nuevo. La gente quería comprar barcas, pero el mantenimiento anual, de calafatear, barnizar y a lo mejor cambiar alguna pieza de la madera, resultaba carísimo y ello hacia que pocos se lanzaran a esa aventura. Juan empezó a hablar con el padre para hacer las barcas de serie y de poliéster, ya que tienen un escaso mantenimiento cada año, y la fabricación era muchísimo más barata. Juan en aquellos momentos rondaba los veinte años y ante la negativa de la familia, ya que todos decían que estaba loco, después de hacer un duro pacto con el padre inició su andadura en solitario. Primero averiguar como se trabajaba el poliéster, que materiales debía usar para la fabricación, cómo se debían hacer los moldes. Todo esto le costó muchos meses averiguarlo, ya que la gente era reacia en colaborar. Hacia pruebas con lo que le habían dicho, hasta que al fin logró sacar su primera pieza de prueba, sin ninguna imperfección y ahí empezó su calvario, pero con mucha ilusión. El pacto que hizo con el padre, fue que trabajara todo el día con él y después de cenar si quería podía ir al astillero a perder el tiempo y el dinero como le decían, y así lo hizo todos los días e incluso fines de semana enteros .Tardó unos dos años en ver su sueño hecho realidad, pero su esfuerzo se vio compensado con una gran felicidad, debido a que antes de terminar su primera barca ya estaba vendida. Y después de su botadura vino una venta y otra... y en un par de años más pasaron de ser tres trabajando, a tener que aumentar la plantilla año tras año, con traslado incluido de nave por falta de espacio.
Juan también fue el promotor de los barcos que llevan las quillas sumergidas y la gente va sentada cómodamente en un banco viendo pasar los peces a su lado y viendo el fondo marino, que de otra manera seria imposible. A menos que se sumergieran nadando en el agua. Pero él es una persona tremendamente humilde que ni tan siquiera pensó nunca en patentar su producto, y en cuestión de tres o cuatro años Europa entera ya había copiado su idea, habiendo barcos de éste tipo en todos los rincones dónde haya una costa digna de ser vista.
En el año 1.990 el escritor A. Font hizo un relevante libro sobre los Empresarios Catalanes, y fue llamado para salir en él, aquí fue reconocido en parte la perfección de su trabajo, ya que se siguen fabricando las barcas artesanalmente, haciendo todas ellas una a una, enteramente a mano y personalizadas según el gusto del cliente. Y aunque el reconocimiento era empresarial, él siempre a mantenido que nunca ha sido empresario sino un simple trabajador al que le apasiona su trabajo. La perfección está en todas y cada una de las barcas que hace, ya que el último toque lo da siempre él, al igual que una serie de trabajos más delicados que no permite que nadie los haga, porqué sólo él sabe encontrar el punto óptimo para una perfecta navegación del Llaud.
Después de varios años de cambios, innovaciones, ya que Juan se atrevía con todo, construyó barcos de pesca, golondrinas de recreo, catamaranes etc. Decidió volver a darle un pequeño giro a la empresa y volver a fabricar los Llauds que siempre había hecho de serie, y que nunca dejó de hacer pero dejar la construcción de barcos tan grandes, ya que tenia que dedicar mucho tiempo a cada uno de ellos y se necesitaban también muchos empleados, y quería volver al trabajo que le apasiona, moldear piezas con sus manos, ingeniar algo especial que alguien quiere para su barca y seguir viendo el nacimiento de sus Llauds. Le ayudó bastante a tomar ésta decisión el fallecimiento de su padre y al haber hecho ciertos cambios en la empresa, decidió cambiarle el nombre y llamarla J.P. CALAFAT el j.p. es debido a su nombre, Juan Pascual y el Calafat por la profesión de su padre. Aunque él quiso que su padre le enseñara la profesión y la conoce bastante, en esto no podemos decir que sea un gran experto.
Pero en esto momentos si que puedo decirles que él está en J.P. CALAFAT esperando que los Llauds que fabrica les sigan gustando como siempre, que está encantado de recibir a todo el mundo y que durante la construcción del Llaud del cliente estará encantado de asesorarles en como deben de enfocar su compra, y que el cliente siga con ilusión la fabricación de éste. Solo les puedo decir que nos visiten aquellos que no nos conozcan y vean que la calidad de los productos que se usan y la perfección en los acabados, en el mundo del Llaud no lo van a encontrar en ningún otro lugar. Y a los que nos conocen y son clientes, les doy las gracias por seguir confiando en mí y agradezco cada visita que me hacen, ya que ésta empresa se ha convertido en una gran familia, amantes todos de los Llauds que hace Joan en J.P.CALAFAT.